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Cuidar de una persona con Alzheimer supone una gran carga. Seremos mejores cuidadores si también nos
cuidamos a nosotros mismos.
CONSEJOS
En nuestra sociedad, el aumento de la esperanza de vida es un logro relevante: vivimos más y mejor.
Pero la vida es como es, y hay muchas cosas que pueden cambiar nuestra situación familiar, nuestro equilibrio, nuestro día a día. Una de ellas es que, inesperadamente, nos comuniquen que alguien muy cercano a nosotros sufre la enfermedad de Alzheimer.
Porque, como todos sabemos, se trata de una enfermedad que afecta al cerebro y que hace que el enfermo, con el tiempo, pierda su autonomía y pase a depender de otros.
Cuidar una persona con Alzheimer supone asumir una carga muy importante, que se hará más llevadera en la medida en que sepamos a qué atenernos desde el primer momento. Tenemos que ser conscientes de que seremos mejores cuidadores si también nos cuidamos a nosotros mismos y no lo sacrificamos absolutamente todo por el enfermo.
Debemos intentar que la tarea de cuidar no afecte en exceso a nuestra relaciones familiares y sociales, a nuestro trabajo y a nuestra propia salud. Por eso debemos dejarnos ayudar. Y es importante que, desde el principio, busquemos apoyo profesional y encontraremos personas con quien compartir nuestra experiencia en alguna de las múltiples organizaciones de cuidadores y familiares que existen en nuestro país.
En ningún caso debemos sentirnos culpables si , además de cuidar a un enfermo, reservamos un tiempo para nosotros y el resto de nuestra familia.